Castle, la fuente de la eterna juventud… televisiva

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Retener aceite de coco en la boca durante 20 minutos cada mañana, liposucción de rodillas, no lavarse el pelo, afeitarse la cara (ahora las mujeres aunque algunas famosas lo lleven haciendo años y no por este motivo), sujetadores de rostro (algo así como un wonderbra para el careto), aumento de pecho efecto 24 horas, la ortorexia (trastorno alimentario que imposibilita la ingesta de alimentos que no sean naturales 100%, libres de aditivos, de grasas y calorías), G-shock (inyectar ácido hialurónico en el punto G, para incrementar la sensibilidad en la zona y con ella, la satisfacción sexual de la mujer), liposucción del monte de Venus para hombres (produce un efecto visual de alargamiento del pene), blanqueamiento de los genitales masculinos (cuyo oscurecimiento antes tapaba el vello), Teckneck (estiramiento del cuello sin cirugía gracias al uso de hilos que se infiltran bajo la piel y crean un andamiaje que estira la epidermis)… ¿Cómo se nos queda el cuerpo y nunca mejor dicho? Todo esto forma parte de las últimas tendencias en belleza que como siempre, nacen en Hollywood, donde parece que Dios no terminó contento con su trabajo. No me he inventado ni una. Es más, hay algunas que no nombro por miedo a posibles acciones legales…

La lucha que el ser humano tiene desde hace siglos contra el paso del tiempo se recrudece día a día, para asombro de los que como yo que seguimos creyendo que donde esté una arruga bien puesta, que se quite el botox y demás conjuros del diablo. Antiguo (y viejasco) que es uno… Es una guerra a muerte protagonizada por valientes…mejor dicho, insensatos, dispuestos a todo por parecer Dorian Grey.

Leyendo algunas de estas nuevas técnicas, lo de lavarse la cara, darse una exfoliante, un tónico y una hidratante, es de cretinos. Ahora toca echarle un par y lanzarse a cochinadas demenciales aunque nadie te garantice perder ni un minuto y medio (de años). Lo del aceite en la boca, así, recién levantados, a mí, me da unas arcadas que ni me lo quiero imaginar. ¿No lavarse el pelo?, mejor ni lo comentamos. Que las mujeres se afeiten parece ser que sigue unos principios que aseguran que la piel del hombre resiste mejor el envejecimiento solo por hacer este simple gesto que algunas usuarias asocian a la eliminación de las células muertas. Supongo que frotarse la cara contra el asfalto está por descubrir.

Del G-shock y el Teckneck ¿qué?. El primero me parece como un pellizco en el mismísimo, y del segundo, es nombrarlo y venirme a la mente el andamio de la Sagrada Familia. ¿Los hilos están garantizados? Porque me estoy imaginando una rotura y ¡zas!, como Stallone.

La liposucción del “monte de Venus” en los hombres para darle relevancia a tu cosita, aunque sea solo “efecto visual”, parece que está cuajando (lo que sea quitar grasa). Que el tamaño no importa debió salir de la misma cabecita que el que dijo que “la suerte de la fea la guapa la desea”, “el dinero no da la felicidad”, “el hombre cuanto más oso más hermoso” y demás frasecitas lapidarias de dudosa veracidad… Por cierto, en el pack, te cuelan la depilación integral, para que uno (y sobre todo, los demás) pueda admirar la grandeza del ser humano. Tras la poda, venga, blanqueamiento. Y no dental. Lo dejamos aquí.

Dejo para el final la ortorexia, porque bromas aparte, esto es un trastorno, y padecerlo es un horror. Provocarselo, de juzgado de guardia.

Total, que si metemos todas estas “técnicas” en el manual de la eterna juventud nos sale un listado de torturas propias de los verdugos más sanguinarios. Pero sabe dios qué pensará esta gente, en principio sin daños cerebrales, que además de someterse voluntariamente a semejantes despropósitos, pagan por ello, y un pastizal. Que con la que está cayendo, uno se deje la entrada de un piso en blanquearse el orto, solo nos puede hacer pensar que vamos mal…

Castle

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Nunca se me hubiera ocurrido escribir sobre una serie que acaba de estrenar su octava temporada. “Ya se habrá dicho todo”, pensaba. Si además, la cadena que la emite en nuestro país la usa (y abusa) de ella hasta tal punto que uno no sabe si es un homenaje o quieren crear un canal temático, pues apaga y vámonos. Pero lo cierto es que siempre he sido fan de ella. Y no me he podido resistir. He ido de menos a más. No es una serie de culto, ni ocupará muchas columnas de sesudos críticos más predispuestos a series minoritarias. Pero yo siempre he defendido, y a veces con vehemencia, las series easy watch, listas para su consumo, sencillas, entretenidas (que todavía haya que destacar que una serie sea entretenida cuando deberían serlo ¡todas!), simpáticas, de esas que no te exigen una concentración máxima… No es que reniegue del movimiento indie televisivo (aunque el sofá de casa no se preste mucho a los silencios), pero de estas, como de la que hoy hablo, tampoco.

Ya veis, un montón de líneas y aún no he dicho a qué serie me refiero, como si fuera esto La ruleta de la fortuna (venga, ¿a que el titular daba alguna pista?). Pues quiero hablar de Castle. Si. Castle. Tras el arranque de su octava temporada (cómo lo oyes, 8 añitos, algo solo al alcance de las más grandes, como Big Band o la recientemente finiquitada, CSI Las Vegas, que ha estado entre nosotros ¡16 años!), solo puedo decir, ¡qué bien lo hacen los jodíos!. Y eso que su renovación estuvo en el aire, más por las exigencias de alguno de sus protagonistas que por el interés de la cadena que sigue viendo en ella, un filón, no solo por sus buenos datos de audiencia, sino por sus extraordinarias ventas internacionales.

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Como digo, los dos primeros episodios (forman uno solo dividido en dos partes) son la caña y eso que me generaban dudas… Había poco que rascar ya y sus seguidores no teníamos claro hacia dónde podría ir la historia cuyos mayores alicientes se habían resuelto: el asesinato de la madre de Beckett y la relación de ésta con Castle. Pues voilà, sus responsables nos regalan un inicio de temporada más cerca del thriller que de la comedia. Realmente espectacular, con momentazos llenos de tensión, de sorpresas, de giros, de acción, y con un final, que más que el segundo episodio, parece un final de temporada. Y acaba de empezar.

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Me encantaría poder contar más, pero uno es fiel devoto de la ´asociación contra el spoiler puñetero´, y eso me ata de pies pies y manos (con lo bien que sabe ser el primero en destripar una serie), así que solo espero que Cuatro decida no esperar mucho para estrenar esta pequeña joya del entretenimiento puro y duro. Sin connotaciones peyorativas. Todo lo contrario, porque ya sabemos que después de ver Castle, a nadie le da por crear una mesa redonda, ni se va a la cama analizando hacia dónde vamos, de dónde venimos, y qué me pongo mañana…

Desde aquí mi más enérgico aplauso, abrazos al equipo y lo que haga falta, para esta serie casi tontuna, intranscendente, pero divertida, simpática, bien resuelta, con una factura impecable, unos guiones redondos, y sobre todo, con unos personajes a los que te los llevarías a casa (colocándoles, con perdón, por habitaciones… eso sí, según preferencias de cada uno… cual vela de Ikea).

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Temblad series de estreno, porque las veteranas no son nada facilonas (en contra de la opinión popular), y no se dejarán pisar ni por extraterrestres, ni por superhéroes, ni por dragones, ni por asesinos en serie, ni por agentes de la ley atormentados… No importan los años (bendita frase), lo que importa es saber envejecer. Y en Castle han descubierto la fuente de la eterna juventud… televisiva.

Lo mejor: La mezcla perfecta entre el género policíaco y la comedia apoyada en unos personajes muy bien construidos

Lo peor: Tras ocho temporadas, es casi inevitable que llegue un desgaste que termine por cansar a la audiencia y los propios guionistas

Un comentario en “Castle, la fuente de la eterna juventud… televisiva”

  1. Buf, lo q me he reído. Lo mejor de tus post son las intros. Besitos. AS

    Un saludo,

    Ana Santamarina Directora de Operaciones Head of Corporate Reporting Products

    t / 00 34 91 4361480 m / 00 34 648061826 ana.santamarina@mrm-mccann.com Paseo de la Castellana, 165. 4ª planta / Madrid 28046 / ES http://www.mrm-mccann.com

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